




Trece tronos nos muestra una imagen diferente de criaturas que, habitualmente, encontramos en las historias de fantasía. Al igual que los elfos o las mareas, los feéricos conviven en una sociedad moderna como Luzaria, perfectamente adaptados y manteniendo intactos sus sellos diferenciadores. Así, en las cosmopolitas calles de la ciudad podemos encontrar hadas con hermosas alas, feéricos capaces de leer el aura de los demás y seres mágicos que, no obstante, han de adaptarse a la ley.
El uso de magia supone un proceso burocrático con el que ha de cumplirse, salvo que el don desarrollado no sea considerado de gran relevancia.
De este modo podremos conocer a feéricos como Lorna, la madre de uno de nuestros protagonistas o Hilmagenta, que posee una relación muy peculiar con alguien en el Imperio de la Noche.
No volverás a ver a un hada con los mismos ojos
Faerya
Aunque conocemos a las hadas dentro del contexto de Luzaria y perfectamente integradas en una sociedad que comparten con elfos, humanos y mareas, las hadas tienen su propio reino.




Rara vez un feérico que ha abandonado Faerya por Luzaria regresa al mundo de las hadas, pues las costumbres son muy diferentes y los refranes en Faerya rezan que uno puede adaptarse, pero no desadaptarse.
Son muchas y diversas las razones que pueden llevar a un feérico a abandonar Faerya, por increíble que resulte, pues este es un lugar maravilloso. Mantos de un verde inabarcable cubren sus horizontes, quebrados solo por el azul intenso del agua de sus lagos y las cicatrices de sus ríos. Flora y fauna de diversa especie salpican libremente las llanuras y las montañas. La magia impregna el aire de un aroma especial, que se esparce con la brisa que mece los campos y las praderas. Las casas de las hadas se camuflan entre los árboles, como si de algún tipo de fruto se tratara y, a pesar de sus robustos cimientos, nada rompe con la harmonía de los bosques.
Al caer la noche, las guirnaldas prenden el mundo y las hadas de luz pasean con sus farolillos encendidos, espantando las sombras. Las hadas de aura observan todo desde lo diferentes colores que emite el universo y cada una de sus criaturas, mientras que las aladas emprenden el vuelto en cualquier parte y de manera súbita, jugando con los pájaros del cielo, al tiempo que las ninfas lo hacen con los peces y las hermosas criaturas que habitan en los lechos de ríos o mares. Fantásticas notas de extraordinarios instrumentos llenan el aire, acompañando el perfume de la propia naturaleza.
Y si alguna amenaza se cierne sobre el mundo de las hadas, las legiones de la Aurora, estarán prestas para defenderlo.


Forma de Gobierno
El rey o reina ocupa el trono durante un ciclo de gobierno. Después, este llega a su fin y se simboliza mediante una ceremonia en la que el trono es destruido para construir otro que ocupará otro rey o reina. Las diferentes clases de hadas gobiernan por igual.


Fuerza Militar: Las Auroras
Hermosas armaduras de un verde reluciente cubren los cuerpos de las legiones de hadas, donde todas ellas tienen cabida. Aunque utilizan espadas, arcos y lanzas, el poder de la magia dota, en buena parte, el poder de sus soldados.
Las Auroras poseen un centro de entrenamiento en Luzaria, pues la protección de las hadas que habitan allí también es, gran parte, responsabilidad de la Aurora, de modo que, sin interferir en las labores de la Guardia Blanca humana, la ley regula la presencia de las Auroras en Luzaria.




Símbolo: la Mariposa
Del vuelo de una pequeña mariposa emergió todo cuando el mundo conoce. Hemos oído hablar del efecto mariposa, la hecatombe que puede derivarse de su simple aleteo. Y algo así deben de pensar los feéricos, pues del mismo gesto nació todo. Símbolo de su dios único.


Trono Vital
Poco o nada ligadas al poder de lo material, los feéricos destruyen el trono a la finalización de cada ciclo de gobierno. Entonces, construyen otro y dan inicio a una nueva era. Cada una de estas ve sentarse en el trono a un hada de diferente tipo. Las ceremonias de inicio y finalización tiene como fin mostrar los ciclos de la propia vida sin perpetuar el poder. Una forma simbólica de dejar patente que todo empieza y todo acaba y a nada se han de aferrar las hadas más que a la propia vida, a su inicio y a su fin, que las fundirá con la naturaleza.
Mitología y dioses: Feileacán
Dios fae. Cuentan los viejos mitos que con el movimiento de sus imponentes alas era capaz de dotar de vida a cualquier paisaje muerto, de devolver la respiración a toda criatura inerte. Él dio color al mundo, él lo salvaguardó de sus enemigos. Él concedió el poder de leer las auras y la mente, él dotó de alas a sus semejantes y construyó el mundo de los fae. Sus alas son el símbolo del culto que rinden los feéricos.


