La guerra se fragua a los dos lados del Muro de Caronte, una frontera cada vez más difusa. Las diferencias fragmentan la unión en Luzaria, mientras que en Noctia despiertan males oscuros, largamente adormecidos, recursos desesperados con altos precios como reclamo.June está en medio de esa frágil frontera que se cae a pedazos y su corazón y su cabeza dirimen mil batallas atroces que la llevarán hasta los más básicos orígenes de cada bando.

Por su parte, Adrien está decidido a quedarse para apoyar a Resryon y afrontar lo que venga con todas las consecuencias. Su nueva condición le otorga mayores garantías ante el conflicto que se avecina, pero aún necesita algo más si quiere poder aportar a la lucha.

Las alianzas se tambalean, son frágiles y al final, solo queda aquello que se antoja tan insignificante que nadie contó con ello ni lo consideró un peligro: la Praes. La legión de formación puede albergar claves que nadie sospechaba y los más jóvenes e inexpertos pueden convertirse en un último asidero. Demasiado arriesgado. Demasiado improbable.

Pero Resryon parece dispuesto a todo. Y Adrien no puede dejar de preguntarse si el amor es capaz de imponerse en un corazón lleno de odio.

Un corazón atravesado por una espada y la sangre que brota. Es una mezcla que aún el hogar, todo lo que uno ama, todo lo que fue mancillado y su lucha por reconquistarlo desde una parte pequeña, pero propia.