Bosques poblados por una espesa foresta que dificulta el avance de cualquiera a través de él; no así de los lobos elathurienses, que se mueven en su entramado con habilidad y destreza. Los claros se abren entre el follaje dando lugar a las pequeñas aldeas que conforman poblados y asentamientos. Conformando manadas, los licántropos de Élathur se agrupan en pequeños campamentos que tienen su punto de encuentro en la llanura de Elestys, donde se encuentran los cuarteles de entrenamiento de los Lycos, los jóvenes licántropos que, algún día, formarán parte de la Argentum y partirán hacia Ántico. Otros fortalecerán a las Rehalas de Élathur y lucharán sus propias guerras, pues esta condición es algo inherente a los licántropos.

Élathur es, probablemente, la terra menos calurosa de Átraro, a pesar de que su temperatura no es precisamente baja. Su cercanía con las tierras de la luz le confiere a su firmamento un tono anaranjado durante el fin del ciclo lunar y, de igual manera, su proximidad con el cálido mar de Luzaria eleva una neblina en la zona cercana al Muro de Caronte que se disipa poco a poco con el transcurso de las horas.

Particularidades

Élathur es una terra que sirve a Ántico. Muchos de sus licántropos más jóvenes entrenan hasta ser dignos de sumarse a la Argentum, la legión de plata. Y ese es el gran anhelo de la mayoría. Del mismo modo, los que son demasiado viejos para seguir sirviendo allí, regresan asiduamente hasta el abrazo de Élathur. Aldeas pequeñas de cabañas de madera y fogatas en torno a las cuales se reúnen sus gentes.

Las Rehalas son la legión propia de los lobos elathurienses y muchos son los que, de igual manera, anhelan enrolarse en sus filas para enfrentarse a Sorutz, licántropos distintos que, tradicionalmente, han mantenido con ellos una necesaria rivalidad. Ya sea para acceder a la Argentum o a las Rehalas, los más jóvenes se preparan en las Lycos, las legiones de formación lobas. Qué determinará dónde acabe cada uno depende de varias circunstancias.

A diferencia de los licántropos sorutzianos, los élathurienses utilizan armas y armaduras, además de la ferocidad propia de un lobo transformado. Para los de Sortuz, hacer uso de todo eso desvirtúa la auténtica naturaleza de los lobos, que no precisan más que su instinto, fauces y garras para lucha. 

Especialmente relevante es el papel de los druidas negros, licántropos privados del don de convertirse en lobo, pero dotados de la capacidad de hacer magia y guiar a las bestias. Suya es la responsabilidad de que las manadas no se disgreguen o invadan territorios peligrosos, suyo es también el don de la sanación y el cuidado en general del grupo, pues el bien común es la gran premisa de Élathur, una cultura donde el todo está por encima de lo individual, para bien y para mal. Del mismo modo, el Alto Druida es alguien proveído con el don de la luna, un líder al mismo nivel que el señor o rey, cuya palabra es atentamente escuchada y seriamente valorada. Sin embargo, cada vez parecen nacer menos hombres y mujeres a los que poder atribuírsele ese don y eso amenaza con desmembrar, de manera importante, a los licántropos. 

Personajes como Moran Tropps, Ossian, Lamsos, Eona o ¿Rum? tendrán su peso a lo largo de la saga. 

Forma de Gobierno

Los líderes licántropos son Señores y Señoras de sus respectivas terras, aunque muchos se dirigen a ellos como reyes, en honor a tiempos pasados.

Eso se conserva en Sorutz, pero después de los pactos entre la terra de Élathur y Ántico, la figura de liderazgo en esta primera pasó a denominarse Honorario, el que cuida de que los pactos se cumplan, salvaguardando, por tanto, el honor que eso conlleva, aunque existan discrepancias con esos pactos.


Ha habido muchos Señores y Señoras, reyes y reinas a lo largo de la historia. En el momento en el que da inicio la saga lo es Amytai, una licántropa a la que no llegamos a conocer hasta Liverna.

Aunque la morada de estos es, oficialmente, el castillo de Tunkastali, nadie vive allí, pues cada vez se considera más importante que aquel que gobierna para el pueblo lo haga igual que el pueblo y hoy el castillo no es más que un monumento de honra, construido en la montaña más alta de Élathur, el punto más cercano a la luna. 

De igual manera, las decisiones importantes, las que tratan reyes y Altos Druidas en un claro llamado El Foro, donde el pueblo puede atestiguarlo e intervenir.

Fuerza Militar: Las Rehalas

Las Rehalas son las legiones licántropas que luchan contra los clanes enemigos de Sorutz, una enemistad largamente enquistada y que se recrudece cuando las legiones brujas de Ántico, apoyan a las elathurienses, decantando notablemente la guerra.

Muchos soldados acudirán a terra bruja a luchar en cumplimiento de los viejos pactos, mientras que otros tantos lo harán en las Rehalas, apoyados por las Áureas. 

Símbolo: la Tríada

Las tres deidades a las que rinden culto los lobos de Élathur, visibles en su escudo y en numerosos emplazamientos dentro de la terra licántropa, murales, paredes, etc... reciben el nombre de la Tríada: representan la luna llena, la luna creciente y la luna menguante. Antiguas traidiciones consideraban que la luna nueva no era un ciclo lunar, sino la ausencia del mismo y lo asociaban a días de oscuros sucesos, por lo que cualquier alusión quedó eliminada en leyendas, mitos y hasta en libros. 

Mitología y dioses

Edeby, Birka y Selby son los nombres de las tres diosas loba que conforman la conocida como Tríada. Tres estrellas situadas en el cielo que custodian al astro nocturno en sus diferentes fases.

En el punto más alto de la terra de Élathur se sitúa el castillo de Tunkastali, donde no mora nadie desde tiempos inmemoriales. La ostentación es algo muy alejado de la idea de vida de los elathurienses, razón por la cual incluso su rey o reina mora en el Asentamiento junto a los demás, en una humilde cabaña, igual que el pueblo.

El castillo no es sino un acto de ofrenda a la Tríada y se cuenta de él que los fantasmas divinos campan a sus anchas por los eternos pasadizos.

Primer Trono de la Luna

Y las bestias reclamarán el mundo...