Terra bruja situada al norte de Átraro, es uno de los dos únicos territorios, junto a Catarno e Imblion, que limita con el mar oscuro o mar de Mork; no en vano, su armada está al nivel del resto del ejército, conocido como la Leggio. Sus barcos, de negros cascos y doradas velas, son inconfundibles navegando por las oscuras aguas y, de igual modo, su puerto es uno de los que mayor actividad muestra en un comercio incesante que contribuye a la riqueza de Ántico.
Es la ciudad capital del imperio invasor, una urbe de oscuras fachadas y negros tejados, donde destaca especialmente el Áleon, el castillo de las emperatrices y emperadores de la dinastía Vakko, que llevan años y más años gobernando, y que tratan de ampliar su imperio a base de invasiones y conquistas que ellos llaman adhesiones.
Ántico es una de las terras más concurridas de Átraro y su enorme ciudad cuenta con calles empedradas, templos y estatuas, todo de gran tamaño, buscando desprender un halo de grandeza y terror. Especialmente llamativo es el templo de la Madre, que se encuentra en las profundidades de la escarpada roca que esculpen las olas en los acantilados. La furia del viento siempre está viva en Ántico y riza las aguas del mar, estampando sus blancos penachos en la playa. Su sonido es un arrullo familiar para los ánticos.
Las estatuas de las Cinco Diosas también reclaman su parcela, aunque la magia hace que solo sean visibles al caminar entre sus calles, una colosal construcción de altura imposible que la brujería proyecta desde el inicio de su construcción, mostrando cómo sería al final de la misma.
Custodiada por la Argentum, la legión de plata licántropa, los complejos militares se adhieren al Áleon y dan cobijo a las legiones Aes o legiones de estabilización y a las todopoderosas legiones Áureas, las más belicosas de Átraro.
Frondosos bosques envuelven la bulliciosa ciudad, donde la magia tiene escaso uso fuera de un campo de batalla. Una negra muralla abraza y protege la urbe. Fuera de la misma, una amplia explanada ve disponerse a los ejércitos cada vez que estos se preparan para la partida.
Particularidades
Desde que la quinta emperatriz, Tanray Vakko, ocupase el trono, Ántico se convirtió en una terra invasora, cegada por las ansias de conquista y superioridad sobre el resto. El anhelo de esta terra pasa por ampliar sus dominios a base de acero e imposición, en aras de construir el mayor imperio que el mundo haya visto jamás. A lo largo del tiempo, el pensamiento de las distintas emperatrices y emperadores ha sido variado: algunos han impuesto el gobierno de la sangre, mientras que otros han rebajado las hostilidades. Pero ninguno de los ocupantes del trono ha renunciado a la ampliación de Ántico, cuyo poderío militar es, probablemente, el más destacable de Átraro.
Existen cinco terras brujas en el Imperio de la Noche (no confundir con Imperio ántico, pues el primero es solo un nombre genérico que se le atribuye a Noctia), pero probablemente Ántico sea una de las más peculiares y diferenciadas de todas ellas. Centrada en el afán invasor, la magia tiene un papel muy secundario en la sociedad ántica, que permite su uso de manera regulada, aunque la desprecia en gran parte, al menos más allá del noble arte de la guerra.
La brujería en combate se enseña y se domina de una manera plena, pero el resto de la población apenas la utiliza para tareas básicas. Su uso excesivo y sin permiso puede llegar a estar castigado.
En el otro lado de la balanza, la guerra es sinónimo de Ántico. Las armaduras negras y doradas de sus legiones Áureas son las más temidas de Átraro, así como el color broncíneo de las Aes o la plata de la Argentum, la legión licántropa. Los caballos de la legión se conjuran mediante hechizos que los hacen inmunes a la fatiga, al hambre y hasta a los sinsabores de la guerra. Solo los áureos pueden convocar a sus negros corceles con esquirlas doradas, conocidos como Tizones. Los Aes montan a lomos de los Tormentanos y el resto de la población, empleando hechizos más sencillos, pueden invocar a los Rasos. Como curiosidad, invocar a un caballo blanco no está bien visto; se les conoce como Albos y rara vez verás a uno en Ántico.
Como no podía ser de otra manera, Ántico centra toda la trama a través de las diversas historias y destacar a personajes en este sentido se hace extremadamente difícil, pero en este sentido es la familia Vakko la que reclama buena parte de los nombres más interesantes al respecto: Resryon Vakko, Ascya u Ottana. O muchos años antes, Draydas, Axneon, Nessalya y Raoun. LIsthy, Tínessly -con algunas peculiaridades esta última- y un sinfín inagotable de figuras a las que ir conociendo a lo largo de las novelas, los relatos y las historias.
Forma de Gobierno
Los primeros textos se remontan a la figura de los kaisars como gobernantes de la terra bruja de Ántico, pero Daxta Vakko, primer miembro conocido de su linaje, instauró la figura del Imperio, deseosa de crear una poderosa dinastía, reconocida y recordada a lo largo del tiempo. En ningún caso la intención de esta emperatriz -y así quedó claro durante su gobierno- fue la de someter a otros.
Las bases de gobierno fijadas a partir del dominio de la dinastía Vakko (conocida comúnmente como 'la Vakko') establecen que la mujer tiene prioridad sobre el hombre en la línea de sucesión, mientras que el descendiente varón de la emperatriz tendrá preferencia para liderar a las legiones. Aun así, han existido excepciones a lo largo de la historia: emperadores ocupando el trono y mujeres al mando de las legiones.
Con Tanray Vakko da inicio la conocida como 'dinastía marcada'.
A las distintas emperatrices, así como a sus cónyuges y descendientes, se les recoge en las Memorias Dinásticas. De igual modo, solo las emperatrices, los emperadores, sus cónyuges y sus hijos pueden recibir sepultura en La Cúpula, el panteón familiar de la Vakko, situado en el castillo imperial, el Áleon.
Tradicionalmente y salvo raras excepciones, la emperatriz suele estar asesorada por el Consejo de Nix, que empezó siendo una selección de sabios brujos y acabó siéndolo de distintas razas que representasen a cada terra frente al Imperio.
Fuerza Militar: La Leggio
Tal y como ya hemos destacado, Ántico dispone de uno de los ejércitos más poderosos que, históricamente, se recuerda en Átraro. Compuesto por las legiones Áureas, que son las que van al frente en el primer golpe que se asesta en terras extranjeras por su dominio. Belicosas, aguerridas y, en algunas etapas de la historia, especialmente sangrientas. Su leyenda crece con la misma rapidez que el Imperio brujo de Ántico.
La Aes es conocida como legión de estabilización y ocupa el lugar de la Áurea cuando esta ha terminado su trabajo y, una vez sometida, la terra, las tensiones se instalan en el seno de la misma. Su misión es la de sofocar iras y aplacar ánimos vengadores.
La legión Argentum fue la última en sumarse a la Leggio -nombre que recibe el grueso del ejército ántico-, bajo el gobierno de Listhy Vakko. Constituida por licántropos procedentes de la terra de Élathur, los pactos entre brujos y lobos dieron con la conocida como legión de plata, cuyo principal fin es el de custodiar la terra bruja, conociendo como nadie cada rincón, cada recoveco y cada límite.
Por último, está la Praes, la legión de formación. Muchos no la consideran una más en el ejército al no tomar parte activa en las campañas de invasión, pero en sus filas se han forjado los mejores guerreros que Ántico ha conocido a lo largo de su historia, incluidos los príncipes y princesas no destinados a gobernar, que siempre hubieron de instruirse en el arte de la guerra.
Antes de la existencia de la Leggio, instaurada también por Listhy Vakko, era la Timoria la que sembraba el terror a lo largo y ancho de Átraro. Con el golpe al gobierno de Tanray Vakko, su gran valedora, estas legiones fueron reconvertidas en la Leggio, cuyo nombre proviene de una antigua lengua bruja conocida como kraático. Su significado 'leggi ion' (siempre juntos) establece una de las principales premisas del ejército brujo.
Símbolo:
La Lágrima del Renacer
En su afán invasor, Ántico ha derramado muchas lágrimas. Las continuas rebeliones de las terras conquistadas han complicado mucho las cosas para el colosal imperio brujo, que se ha visto obligado a resurgir una y otra vez, a realzarse, a perseverar. Por esta razón, la emperatriz Listhy Vakko, a quien se le deben buena parte de los cimientos del imperio tal y como lo conocemos hoy, estableció como símbolo la Lágrima del Renacer: una gota que simboliza el llanto del pueblo ántico, con unos tallos que se retuercen en su interior, representando el resurgimiento, el continuo renacer de un pueblo invencible. Las lágrimas de sus hijos regarán la tierra de la que todo renacerá.
El símbolo lo llevan tatuado en el pecho o en la espalda todos los soldados de la Leggio.
Antes que este, existió el Ave Fénix de Tanray Vakko y sus antecesoras. Aun en la época anterior a las conquistas, Ántico se regodeaba en su capacidad para alzarse tras los golpes, para renacer después de la desgracia. Pero tal y somo sucedió con todo lo demás, Listhy Vakko desterró el más mínimo símbolo de su madre y antecesora en el trono, fijándose ya de manera permanente la citada Lágrima.
Mitología y Dioses
Ántico rinde culto a las Cinco Diosas Oscuras, a la que dedica una colosal estatua en en el centro de su ciudad, así como numerosos templos. Todas ellas tienen santuarios y construcciones que las honran, ya sea de manera individual o como ente conjunto. Aun así, por encima de las Cinco está la Madre Gárgola, la responsable de la creación de todo y un símbolo común en las terras brujas que honran a la Tormenta que dio inicio al mundo. También en otras terras no brujas se considera la figura de la Madre Gárgola.
En el Auditorium, el Imperio da cobijo a los skrives, oráculos capaces de recibir mensajes de los dioses (de las Cinco y de cualquier otro), que en muchos casos vaticinan el futuro.
La mitología ántica, relacionada con los dioses o la muerte, establece el paso entre las esfinges de Aett, que cargan a sus espaldas con las vivencias de todo brujo para permitir su paso al Inframundo sin cargas. Este es un símbolo extensible al resto de terras del que, como tantas cosas, Antico se apropió.
Quinto trono de la Tormenta
Como terra bruja, Ántico pertenece a los tronos de la Tormenta y, aunque en su ego insaciable, saber que su silla de gobierno fue la última que se esculpió tal vez no guste, lo cierto es que fue así.
Es, probablemente, el único trono que Ántico no guarda en el Salón de las Victorias, sino en la sala imperial, pues los brujos de esta terra se llevan los tronos de las conquistadas una vez rubricadas, una forma de humillación para muchos, un trofeo absurdo, toda vez que la voluntad de las terras invadidas está muerta o, cuanto menos, herida.