Alianzas inestables

La historia de Catarno y Domarna es la de un sinfín de alianzas y rupturas, amores y odios que han hecho de estas dos terras brujas un lugar único y diferente en el vasto Imperio de la Noche. Y no es que sean dos territorios parecidos; sin embargo, su cercanía y sus curiosas relaciones han hecho de la denominada Biterra o Biterrado una potencia lo suficientemente poderosa como para plantar cara al imperio ántico y, de igual manera, plantarse cara entre ellas mismas. Destruir y destruirse.

A pesar de que esta narración puede llevarnos más allá en el tiempo, vamos a remontarnos a la época en la que Legar, rey de Catarno y Belnain, reina de Domarna, se mueven ya juntos de una dudosa manera. Nada los ata más allá de un común interés por el recelo con el que ven lo que sucede en Ántico. Las locuras de Tanray Vakko y los rumores que desde su trono llegan hacia el este levantan todas las alarmas en Catarno y Domarna, si bien la relación que mueve a una y otra con Ántico es diferente. Domarna ha tendido ciertos lazos de amistad con el Imperio, que aún no es tal, mientras que Catarno ha mantenido un trato más frío y distante.

No obstante, cuando la situación cambia y los acontecimientos se precipitan, la reacción de la Biterra es similar y une a los reyes de ambos territorios en el común fin de neutralizar las temerarias intenciones de Tanray Vakko. 

Herencia inesperada

Isenbel es una figura desconocida inicialmente; al menos hasta que su nombre salta a la palestra tras el desarrollo de los acontecimientos.

Si ella se contemplaba en la línea de sucesión o fue una posibilidad que surgió es algo que tal vez puedas descubrir en alguna de las novelas de la saga.

Lo que sí podemos saber de ella es que es una mujer decidida, una guerrera determinada e implacable, que llevará a cabo cualquier cosa con tal de dar una lección al Imperio ántico.

Y es que, si después de Tanray, la esperanza anidó en el corazón de los átraros, la herencia en el trono ántico indicó que nada mejoraría y, por contra, puede que sí acabase empeorando. Listhy Vakko aleja toda ilusión y amenaza con sumir a Átraro en una nueva oscuridad. 

Isenbel no permanecerá indiferente ante eso y tomará las riendas para tratar de llevar al Imperio de la Noche hacia la libertad.

El miedo puede mantenerte con vida...

A Marlas y a Pridon los conocemos en Caronte. Tal y como sucede en numerosas ocasiones, las circunstancias pondrán a un niño frente a una prueba de fuego de la que resulta imposible escapar. El pequeño teme todo cuanto se le viene encima, pero su educación siempre le ha enseñado que, tarde o temprano, acabaría enfrentándose al Imperio. Por desgracia, parece que sucederá más bien pronto.

Quién son este niño y su padre es algo que se revela en la novela y que omitiré aquí, pues, de lo contrario, te zamparás un buen spoiler.

Tiempos de venganza

El tiempo pasa y el niño asustadizo y lleno de dudas crece hasta convertirse en rey de Domarna y de Catarno. Si algo no cambia en él, sin embargo, es la férrea obligación de plantar cara al imperio ántico, aunque ahora cuenta con más recursos para ello. 

Pridon es un joven rey, indolente, soberbio y decidido, dispuesto a tomar debida venganza. Su carácter libertino hace que muchos crean que su interés por derrotar la imperio de la Vakko es bastante menor del que proclama. 

Sus ejércitos dan trabajo a las terras de la dinastía marcada, pero la situación que deja tras de sí resulta todo un polvorín con el que parecerá difícil lidiar.  

La división de la biterra

Y es que a su muerte, Pridon deja cuatro hijas de cuatro mujeres diferentes, sin establecer una línea de sucesión clara. Cuatro aspirantes a dos tronos, el de Catarno y el de Domarna. La ambición de cada una empezará a jugar una partida silenciosa y medida por hacerse con el poder. Esto coincide en el tiempo con convulsos acontecimientos en Ántico de los que la Biterra puede obtener un buen provecho; sin embargo, la división entre Catarno y Domarna complican la posibilidad de asestarle al Imperio un golpe, si no definitivo, sí importante. 

Asesinatos, traiciones, intereses y alianzas poco fiables entran a formar parte del inestable panorama de dos terras enfrentadas en una suerte de guerra fría que acabará estallando.

Noleon: una alianza diferente

Seguramente, en los relatos de las emperatrices de Ántico iremos conociendo cómo evoluciona también la Biterra desde las hijas de Pridon. Por lo pronto hay un salto en ese momento que nos lleva hasta la rama de Noleon, concretamente hasta dos jóvenes de apenas 16 y 17 años que se conocen cuando sus respectivos padres, reyes de Catarno y de Domarna, se reúnen para formalizar la enésima alianza. 

Fent y Lánarkel acaban casándose. Puede parecer una forma obvia de unión, pero esta no se ha llevado a cabo jamás en los años previos y serán ellos dos, especialmente Fent, quien considere que es una forma distinta de sellar una alianza y que resultará mucho más valerosa que cualquier otro tipo de unión que se haya llevado a cabo antes, pues casados, los intereses se funden y dejan de pertenecer a dos terras independientes. Lánarkel acepta a pesar de los recelos existentes entre sus propios progenitores y hasta en los de Fent. 

Dos terras y tres príncipes

Pocos años después, nacerá Narkalos, el primogénito del matrimonio, destinado a gobernar en la terra de su madre. Fent no opone resistencia alguna y ambos establecen que será su próximo hijo el destinado a reinar en Catarno. Y son solo necesarios dos años más para ver nacer a Árinard, el segundo de los hijos de la pareja. Al igual que su hermano, es nombrado príncipe de Catarno y de Domarna, pero la ley establece que reinará en la terra de su padre. 

La Cámara Antigua, órgano de consejo domarnés, sugiere a la reina no tener más hijos, pues un tercero prendería una previsible discordia al no heredar territorio alguno. Pero Lánarkel y Fent tendrán a un tercer niño un par de años más tarde, Zarik. La voz de la Cámara es voraz y reclama con insistencia el sacrificio del pequeño. Los dioses del viento y la arena sabrán valorar la entrega. Sin embargo, ninguno de los dos cede, ni Fent ni Lánarkel. Uno y otro ordenan respetar la vida del pequeño. 

Zarik crece con el peso de su propia existencia. La Cámara no escatima en señalarlo y en exigir continuamente su muerte. Lánarkel valora enormemente la función de la Cámara Antigua, los hombres y mujeres más sabios de Domarna. Es algo innegociable desde su nacimiento, por más que a Fent le crispe la presencia  de aquellas personas tanto como la libertad que se toman para hablar de los príncipes, especialmente del pequeño de ellos. Pero si bien sus voces son respetadas y escuchadas, Lánarkel deja claro que su tercer hijo vivirá. 

La unión de la sangre

Si el matrimonio entre Lánarkel y Fent ya supone algo diferente en las alianzas dadas entre Catarno Domarna, la descendencia de estos implicará una acentuación de esa unión. Porque Narkalos, Árinard y Zarik son hermanos. La sangre los alía mucho más allá de cualquier interés común, de cualquier política o ley. Además, la estrecha relación existente entre ellos tres todavía fortalece más los lazos entre Catarno y Domarna.

Narkalos herederá la corona de su madre en Domarna, tal y como se señalaba anteriormente. Árinard lo hará con la de su padre en Catarno y, aunque Zarik, el menor de ellos, no aspire a gobernar terra alguna, el amor que sus hermanos le profesan lo convierte en una pieza fundamental para desgracia de la Cámara Antigua. Los dos hermanos mayores son protectores con el pequeño y ninguno de ellos dudará en desafiar la autoridad de la Cámara para dejar claro que Zarik es príncipe y será general de los Señores del Ocaso.

Narkalos es un joven sereno y templado con un férreo sentido de la justicia y especial atención sobre su hermano pequeño. A pesar de que ser el primogénito ha determinado que gobernará en la terra de su madre, profesa un cariño especial hacia la de su padre, por la alegría que esta respira aun en la compleja situación en la que el Imperio brujo de Ántico coloca a todas las terras.

Árinard es el mediano, el más parecido a su madre. Frío, indolente y despreocupado, ve en el orden de Domarna el ejemplo que desea aplicar en Catarno. Pocas cosas suponen un escollo para sus intereses y, a pesar de su de su carácter algo más distante, se preocupa de igual forma por su hermano pequeño.

Zarik es el menor y ha crecido oyendo que debería estar muerto. Tanto lo ha oído que ha terminado por naturalizarlo y soportar tamaña ofensa en labios de los viejos de la Cámara. Sabe que su vida no corre peligro, pues la reina nunca ha atendido a tales sugerencias. Su padre también se muestra contrario, incluso al respeto que Lánarkel profesa y exige hacia sus consejeros. Más visceral que sus dos hermanos y entregado al compromiso y al respeto hacia ambos. Zarik no anhela las terras que nunca tendrá. Su único afán es luchar contra el Imperio y servir, primero a sus padres y después, a sus hermanos, a los que ama.

El último rey

Ironías de la vida, Zarik es todo cuanto queda tras la enésima batalla contra el Imperio ántico. Esto no es un spoiler, ya que es la forma en la que conocemos a Zarik. Su padre ha caído y sus dos hermanos también. Solo la reina Lánarkel y su hijo menor permanecen con vida. Y lo que antes había de ser para Narkalos y Árinard, de pronto pasa a ser para Zarik. No es algo que él anhelara. Consciente de su papel, el más joven de los Noleon crece venerando a sus hermanos y comprometido en servirles y apoyarles desde la posición que ambos determinen para él.

Y es mutuo. Narkalos y Árinard tienen claro que Zarik tendrá un peso importante en las legiones de la Biterra. Pero el peso de los acontecimientos cae sobre Zarik con dureza y todo se precipita de una forma sorprendente e inesperada. 

El príncipe se ha enamorado de su peor enemigo, Resryon Vakko. El general de los ejércitos que han acabado con la vida de Fent, Narkalos y Árinard. Y todo es, aún, susceptible de empeorar. 

La situación amenaza con hacer desaparecer la estirpe de Zarik y convertirlo a él en el último rey.  ¿O no?