Han pasado dos años desde el final de todo. Los elfos antiguos fueron acogidos en Luzaria, donde se ha reestablecido un nuevo orden, al igual que sucediera en Noctia. Pero el paso del tiempo despierta los fantasmas adormecidos con un susurro amenazante: no puede disfrutar de la paz quien ha nacido con un don para la guerra.

"Siempre habrá una última batalla". Resryon se despierta todos los días con esa frase latigueando en su mente. Es consciente de que llegará un punto en el que afrontar su compromiso será cada vez más complicado, pero no está dispuesto a renunciar a todo cuanto ha conseguido; al menos, no sin luchar por ello.

La posibilidad de salvarlo sin condenarse es mínima, pero existe. El Muro que primero dividió y después aprisionó, puede ahora constituir un reducto de salvación para afrontar la lucha sin dañarlo todo. El último bastión.

Invocar a los Elíseos allí es posible, pero luchar en las legiones divinas no tiene nada que ver con hacerlo en las Áureas ni en ningún otro ejército y por delante tendrá un duro aprendizaje, si no desea volver a cruzar la frontera.

En esa lucha no estará solo, pero prepararse para esa soledad será la mayor de las lecciones. Para él y para todos.

"Será eterno. Seremos eternos".

Número de páginas desconocido.

La 'V' del apellido de invasores sanguinarios que me han dado la vida durante tanto tiempo. Un antes y un después para mí. Cuando llegue este momento será especial, pero no una despedida. Nunca.