Entre las ruinas de la antigua catedral élfica, June encuentra una vieja moneda dorada que encierra la rúbrica de un pacto ancestral. Y es que, a pesar de ser distinta a las trece que protagonizaron sus más recurrentes pesadillas en los últimos meses, no le cuesta reconocerla: es un arkanai, las monedas que sellan los pactos alcanzados con Caronte. Si la moneda sigue allí, en Luzaria, es porque uno de ellos aún no se ha saldado.

Cuando Adrien se entera, decide no contarle nada a Resryon, cuya situación en Noctia es más que complicada: no todas las terras están dispuestas a olvidar y firmar tratados de paz, y el miedo a una nueva guerra se convierte en un fantasma que planea sobre las cabezas del propio Res, Anven y Elain.

Sin embargo, los secretos serán imposibles de contener cuando los elfos antiguos lleguen a Luzaria dispuestos a poner en jaque a aquella que los desafió: la reina Lada, cuyo amor por el rey brujo Laubrok podría desatar un nuevo desastre.

El pasado regresa con sorprendentes revelaciones y disyuntivas que pondrán a prueba a Resryon, obligado a tomar decisiones definitivas si desea que la historia recuerde a la Vakko de una forma distinta.

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Caronte es otro de los grandes protagonistas de la saga, así como las monedas que se utilizan para pagar el paso al Inframundo. En este caso, los arkanais. El barquero y su moneda son el símbolo de la sexta novela.